Cambios que se avecinan en los viajes en avión en la era post-coronavirus
En vísperas de que se abran las fronteras de los países tras la crisis ocasionada por el coronavirus, los viajes volverán a reactivar un sector turístico dañado en las principales ciudades de Europa. El verano está ya asomándose tímidamente a pocos días de su inauguración, y son muchos los países y ciudades que comienzan a ajustar la desescalada e inminente reapertura de negocios para incentivar ese turismo, teniendo siempre patente la posibilidad de que estalle una segunda ola de contagios.
Y si bien los viajes se harán por carretera, tren o avión, las mayores perjudicadas en esta reactivación serás las compañías aéreas. La era post-covid implica que el turismo no será como lo venía siendo en los últimos años, pues la exigencia de cumplir con el distanciamiento social establece un antes y un después en los diferentes métodos de desplazamiento. Los aviones hacen números a un ritmo endiablado para ver si pueden operar bajo ese régimen, y es que, el bajo aforo que podrán sustentar y la baja rentabilidad que obtendrían de cada vuelo, son demoledoras.
Las compañías llevan invertidos miles de millones en estudios de viabilidad para acomodar a la mayor cantidad de personas posible en los pequeños espacios habidos en las tripas de sus aviones. Crear asientos ajustados al milímetro y diseñar uso pasillos lo más estrechos posible ha sido la ley dominante por las aerolíneas, unos hechos que ahora hacen que sea imposible cumplir la regla de los dos metros de separación entre pasajeros. Por norma general, hay hileras de tres asientos en cada fila, siendo el ancho de cada uno de ellos de unos 45 centímetros, lo que no abre la suficiente distancia de seguridad ni aun dejando libre el asiento del centro. Es decir, se tendría que ubicar a un pasajero por cada tres asientos, o lo que es lo mismo, llenar el avión con un tercio de su aforo normal, un dato que rompe toda posibilidad de que el trayecto sea rentable para la aerolínea.
Incluso antes de la pandemia, ha habido varios casos de vuelos cancelados si el porcentaje de asientos del avión ocupados por pasajeros no llegaba a un mínimo. Ello es análogo a la situación actual, donde esa situación será parte de la nueva normalidad. Así, encontrar vuelos baratos que nos lleven al otro lado del mundo ya no será una tarea sencilla.
A todo ello hay que sumarle los nuevos protocolos de seguridad que se han ido asentando en los aeropuertos tras los atentados acaecidos en 11 de septiembre. Habrá nuevos procedimientos de embarque, usar mascarillas de forma obligatoria, la implantación de más restricciones y, sin lugar a dudas, mediciones continuas de la temperatura para evaluar si el pasajero puede viajar.
También se ha procedido a eliminar servicios que, hasta ahora, eran incluso un ritual para muchos viajeros, concretamente el servicio de bebidas alcohólicas en los vuelos. La relación entre esta supresión y el COVID-19, según KLM, Easyjet y Virgin, es que así se evitará la propagación del virus al no desproveerse los pasajeros de sus mascarillas para beber por placer. Otra cosa es el servicio de agua o refrescos, que sí se mantendría.
De momento, estos cambios se van asentando de forma escalonada y progresiva. Delta y American Airlines ya no sirven alcohol en los vuelos nacionales, aunque aún mantiene servir cerveza (y no licores) en los internacionales. KLM, por su parte, en vez de servir el habitual carrito de bebidas durante el vuelo, proporcionará a los pasajeros refrescos de forma individual y personalizada. En Virgin Atlantic se suministrará a los viajeros unos kits que incluyen mascarillas, toallitas y desinfectante de manos.
Eso sí, en los terminales de los aeropuertos se podrá seguir adquiriendo bocadillos y cervezas, justo antes de embarcar.