El mundo vuelve a mirar a la ciencia con devoción tras el paso del coronavirus

La crisis sanitaria y económica desencadenada por el coronavirus nos ha dejado un trágico número de fallecimientos y un legado firme en el día a día de la sociedad.
El colectivo de médicos, virólogos, ingenieros y químicos, entre otros especialistas, ha sido el más recurrido para paliar y vencer al COVID-19 mediante el uso de la ciencia y la tecnología. Y es que, esta pandemia ha dejado claro que la investigación científica es crítica y esencial para el desarrollo seguro de la humanidad y para garantizar su supervivencia.

El método STEM

La metodología STEM (acrónimo inglés de para ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) ahora reluce con más brío tras estar encarando un reto nunca visto antes.
La Ciencia se ocupa de estudiar los problemas del calentamiento global, la acelerada extinción de las especies, el descubrimiento de nuevos microorganismos y todo lo relativo a la medicina, como vacunas y métodos de control.
La Tecnología, por su parte, se ocupa de todo lo relativo a lo digital, haciendo mención especial el proyecto de Inteligencia Artificial que tanto está avanzando. 
La Ingeniería ocupa todos los sectores relativos a las telecomunicaciones, arquitectura, infraestructuras y, en definitiva, la edificación de las ciudades.
Por último, pero no por ello menos importante, las Matemáticas copan todo lo relativo a la contabilidad, economía, estadística y análisis, ya sea de hábitats sociales como de entornos laborales.
Cada grupo de ellos da respuesta a la crisis aportando su granito de arena respectivo. Métodos de prevención, consecuencias a medio y corto plazo, descubrir medicinas capaces de detener al patógeno, preparación de las ciudades ante la pandemia y un largó etcétera de acciones que estos cuatro pilares aportan pero que, quizás, no hemos sabido valorar como deberíamos.

Enfatizar la Ciencia y la Tecnología

El eminente astrofísico Carl Sagan ya anunció en el siglo XX que la sociedad de hoy en día debía cultivarse más en ciencia y tecnología, pues la inmensa mayoría apenas sabe nada de dicho binomio. Según él, dependemos mucho de estos dos valores, lo que unido a que apenas las conocemos ni las enseñamos como deberíamos, implica en un final poco prometedor. Su filosofía era enfatizarlas, pues dependemos de ellas.
El progreso de la humanidad viene dado por los avances que se ha ido haciendo en el campo de la ciencia, eso es un hecho innegable. Desde que se descubrió la gravedad hasta la síntesis de medicinas sintéticas, la ciencia ha ido moldeando los que es nuestro mundo moderno. Es por ello que, muchos colectivos académicos están destacando la tremenda importancia que tiene este campo y cómo debería ser inculcado de forma generalizada cual asignatura obligatoria en las escuelas, buscando así una nueva generación más preparada y vocacional hacia lo que es nuestra mejor herramienta para combatir los retos que nos deparan en el futuro.

Aulas débiles en ciencia

Cuanto mejor sea la calidad de la enseñanza y cuantos más jóvenes aprendan ciencia, más fuerte será humanidad. Esta es la ecuación que, por desgracia, contrasta con los estudios publicados por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) en el 2019, donde se plasmaba que un 18% de los estudiantes españoles optaba por una ingeniería y un 6% por las ciencias, unos valores por debajo de la media europea cifrada en un 21% y un 8% respectivamente.
Este análisis recalca que podemos estar en riesgo de rezagarnos ante una transición hacia la robótica, la biotecnología, el cambio climático, la desertificación, los peligros que asedian la biodiversidad y, como ahora, la aparición de nuevas enfermedades. Si no se potencia este grupo, podemos ser un país científicamente dependiente de otros, lo que implicaría mayor gasto y mayor riesgo ante catástrofes.

Necesidad de planificar la educación

La solución ante este problema pasa por mejorar el proceso vocacional para que los estudiantes elijan estas ramas. Para ello, nada mejor que mostrar el temario y sus beneficiosas implicaciones en el bachillerato. Y no se trata de solo estudiar ciencias naturales y a hacer derivadas en matemáticas, sino a temarios más adaptados a la época actual, con capítulos sobre robótica, chips integrados y programación.

El ‘Efecto Scully’ y ‘Efecto Kirk’

Todos recordamos a la agente Scully de la conocida serie paranormal Expediente X que, si bien era ciencia ficción, tuvo una implicación muy positiva en el mundo académico. En la década de los años 90, un abultado número de chicas decidieron estudiar ciencias, cuando ellas apenas suponen el 23% de los que se gradúan.
En Estados Unidos, el 63% las mujeres de esa generación estudiaron alguna carrera científica, un valor que contrasta mucho con el 23% de la media mundial.
Lo mismo sucedió con la mítica serie Star Trek, que inspiró a muchos científicos.
Esperemos que estos héroes se vuelvan reales en nuestras aulas y que sus conocimientos se versen en las aulas de todos los países. Es bueno abogar por una economía fuerte, mas más importante es planear nuestro futuro como especie.

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